Pruebas de la Evolución

Pruebas anatómicas
Son pruebas basadas en criterios de morfología y anatomía comparada. Los conceptos de homología y analogía adquieren especial relevancia para la comprensión de las pruebas anatómicas.
Pruebas paleontológicas
Se basan en el estudio de los fósiles, que son restos de seres que vivieron en el pasado o de su actividad que han quedado preservadas. Muchos fósiles guardan cierta similitud con especies actuales.
El registro fósil es el conjunto de fósiles existentes. Es una pequeña muestra de la vida del pasado distorsionada y sesgada. No se trata, además, de una muestra al azar. Cualquier investigación paleontológica debe tener en cuenta estos aspectos, para comprender qué se puede obtener a través del uso de los fósiles.
Pruebas embriológicas
Se basan en el estudio comparado del desarrollo embrionario de los organismos vivos para determinar semejanzas y deducir parentescos evolutivos entre ellos. Todos los embriones de vertebrados poseen cola y arcos branquiales en las primeras fases del desarrollo embrionario. Más tarde, a medida que avanza el desarrollo, algunos animales conservan estas estructuras, mientras que otros las pierden.
Pruebas biogeográficas
Se basan en el estudio de la distribución geografica de las especies. La teoría de la evolución señala que los organismos que habitan juntos evolucionan de manera similar, pero cuando ciertas poblaciones quedan aisladas, evolucionan hacia formas diferentes.
Pruebas bioquímicas

Se basan en la comparación de organismos diferentes a nivel molecular. Consisten en distintos test químicos aplicados a medios biológicos, los cuales, conocida su reacción, nos permiten identificar distintos microorganismos presentes.


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